La mayoría vivimos como si tuviéramos tiempo ilimitado. Postergamos abrazos, conversaciones y sueños, pensando que “ya habrá un momento”. Pero la psicología de la motivación nos recuerda que el tiempo es un recurso finito.
Por Rosa Cornejo Briceño. 15 octubre, 2025. Publicado en Diario Correo, el 12 de octubre 2025
Hay una pregunta que incomoda, pero que también despierta: ¿qué harías si hoy fuera el último día de tu vida? No es un ejercicio morboso, sino un espejo que nos muestra cuánto de lo que hacemos cada día tiene verdadero sentido para nosotros.
La mayoría vivimos como si tuviéramos tiempo ilimitado. Postergamos abrazos, conversaciones y sueños, pensando que “ya habrá un momento”. Pero la psicología de la motivación nos recuerda que el tiempo es un recurso finito y que la conciencia de su límite puede ser un motor poderoso para priorizar lo que importa.
Vivir como si fuera el último día no significa renunciar a todo y lanzarse al caos, sino elegir con más intención: decir lo que sentimos, pasar tiempo con quienes amamos, hacer aquello que postergamos por miedo o comodidad. Significa preguntarnos qué dejaríamos, sin hacer, sin decir o sin intentar… y empezar hoy.
En terapia, muchos pacientes descubren que lo que más pesa no son los errores, sino las omisiones: las palabras que callaron, los gestos que no ofrecieron, los pasos que no se atrevieron a dar. La neurociencia respalda esta sensación: nuestra mente recuerda con más fuerza aquello que pudo ser y no fue.
Tal vez la pregunta correcta no sea ¿qué harías si te quedara un día?, sino ¿qué estás dejando de hacer porque crees que tendrás mil más? La respuesta a esa pregunta podría ser el mapa de la vida que realmente quieres construir.
Porque, al final, no sabemos cuántos días nos quedan, pero sí podemos decidir que ninguno se nos escape sin haberlo vivido de verdad.
Si hoy fuera el último día de tu vida, ¿seguirías haciendo lo que estás haciendo?
